La advocación a la Virgen de
Aránzazu en Argentina:
una visión de conjunto
(siglos XVI-XXI)
Edgar Gabriel Stoffel (*)
La devoción a Nuestra Señora de Aránzazu ha aglutinado a los
vascos en los diversos lugares donde ha emigrado. Argentina no fue una
excepción y ya desde la época hispánica existió en Buenos Aires una cofradía
bajo su advocación y numerosos devotos. Actualmente dos parroquias están bajo
su protección y se ha renovado el interés por ella entre los descendientes de
los vascos.
Palabras Clave: Cofradía. Franciscanos. San Fernando.
Victoria. San Ginés. Ezpeleta. Bergantín. Comerciantes.
Arantzazuko Andre Mariarenganako gurtzak elkartu egin ditu
euskaldunak hainbat emigrazio tokitan. Argentina ez zen horretan salbuespena
izan eta jadanik hispaniar garaitik haren izenpeko kofradia bat izan zen Buenos
Airesen, elizkol jende asko bildu zuena. Gaur egun bi parrokia dira haren
babespean eta harenganako interesa berpiztu egin da euskaldunen ondorengoen
artean.
Giltza-Hitzak: Kofmdia. Frantziskotarrak. San Fernando.
Victoria. San Ginés. Ezpeleta. Bergantina. Merkatariak.
La dévotion á Notre Dame d’Aránzazu a concentré les basques
dans les divers endroits oú elle a émigré. L’Argentine ne fit pas exception et
déjá á l’époque hisponique il existait á Buenos Aires une confrérie sous son
invocation et de nombreux dévots. Actuellement, deux paroisses sont sous sa
protection et l’intérét qu’elle suscite s’est réveillé parmi les descendants
des basques.
Mots Clés: Confréde. Franciscains. San Fernando. Victoria.
San Ginés. Ezpeleta. Brigantins. Commerçants.
INTRODUCCIÓN
La devoción a la Santísima Virgen María es una de las notas
distintivas del catolicismo en América, heredada del alma española y renovada
por el surgimiento de innumerables advocaciones propias de esta tierra. Como
señala Vargas Ugarte, “aunque es forzoso reconocer que no todos los
conquistadores españoles estuvieron exentos de graves defectos, es
incontestable que casi todos eran hombres de arraigada fe y además fervientes
devotos de la Virgen María”1. Sin embargo, el mismo autor recuerda que:
“las imágenes más populares, las de más arraigo entre
nosotros, aquellas cuyo culto no se ha interrumpido, antes bien ha ido en
aumento, son precisamente las de más genuina cepa americana, las más nuestras
por su origen y por las circunstancias que han rodeado su desenvolvimiento”2.
Algo similar sucede con el pueblo argentino mariano desde sus
orígenes; en el cual las advocaciones traídas desde la península pronto dejaron
lugar a las locales, enraizando tanto en el alma popular que ni siquiera las
devociones a la Madre de Dios portadas por los migrantes de fines del siglo XIX
y comienzos del XX pudieron relegar a un segundo plano3. En ese marco debemos
situar la devoción a Nuestra Señora de Aránzazu en la actual República
Argentina, desconocida para muchos y cuyas huellas hay que descubrir aquí y
allá.
PRESENCIA VASCA EN ARGENTINA
El descubrimiento de América generó en la Corona española una
serie de políticas entre las que se contaba su poblamiento por parte de
peninsulares, fomentando para ello la migración a las nuevas tierras. Así se
calcula -sobre la base de los registros de la Casa de Contratación y otros
documentos complementarios- que sólo en el siglo XVI se trasladaron al nuevo
mundo entre 200 y 300.000 habitantes de los diversos reinos de España4.
Mayoritariamente varones, se estima que para 1630 los españoles llegaban a
250.000 distribuidos por todo el continente -aunque no de modo uniforme-,
generando un formidable mestizaje considerado como una de las notas
características y distintivas de Latinoamérica.
Sin embargo, el cono sur de la América meridional, y en
especial el territorio de la actual República Argentina, fue por mucho tiempo
un área más bien marginal en el proyecto expansionista de la Corona. Tras la
exploración y ocupación de la región se procede a la fundación de pequeños
centros de población en las jurisdicciones del Tucumán, Litoral y Cuyo, aunque
vastas zonas continuarán siendo espacios vacíos hasta casi el siglo XX. Como
bien escribía el padre Furlong:
“No es un aserto errado, ni siquiera extremoso, menos aún es
un aserto ofensivo a España, afirmar que ésta jamás llegó a conquistar lo que
hoy es la República Argentina. Ocupó heroicamente algunas hectáreas de tierra,
aquí y allí, desde Jujuy hasta Buenos Aires, y construyó sobre ellas villas o
ciudades”5.
La población que se trasladó a la actual Argentina pertenecía
a las capas medias de la población peninsular, calculándose para el siglo XVI
en unos pocos miles, si nos atenemos a las informaciones oficiales que hablan
de un total de 2.500-3.000 vecinos en las ciudades fundadas por entonces.
Durante el siglo XVII se observa cierto estancamiento poblacional que comenzará
a revertirse en el siglo XVllll dado que se produce un crecimiento sin
precedentes, debido a factores diversos: aumento natural, repunte de la
migración -promovida y orientada por la propia Corona-, la ocupación de nuevas
zonas rurales y el reposicionamiento de las jurisdicciones antes mencionadas.
También para ésta época se consolida el predominio de Buenos Aires, la cual
para 1778 contaba con 37.130 habitantes en su circunscripción, residiendo el
65% en la ciudad y siendo el porcentaje de blancos (españoles y criollos) del
68%6.
Tocante a los vascos, si bien estarán presentes desde los
inicios, representados por figuras como las de Garay -aquel vizcaíno que le
“abrió puertas a la tierra”-, hacia el siglo XVIII van a constituir una sólida
y extendida red de parentescos, intereses comerciales, pertenencia asociativa
en terceras órdenes y cofradías y prácticas devocionales, asentadas en las
principales enclaves del Virreynato que unirá a Buenos Aires con Potosí y el
Litoral y con la misma España7. Un estudio sobre la burguesía comercial
“porteña” del siglo XVIII señala que ésta provenía en un 70% del norte de la
península, especialmente de Vizcaya y las provincias vascas, en consonancia con
los que Jerónimo de Uztáríz afirmaba en 1757 para el resto de América hispana8.
Pero los hijos de la Vascongadas y sus descendientes no solo
se destacaron en ésta actividad, sino que también los encontramos en el
ejercicio del gobierno de estos territorios (como gobernadores o virreyes), en
la milicia y en la vida consagrada. Hay que señalar que han sido los vascos el
único grupo con notas tan particulares, que ha estado presente y casi sin
solución de continuidad en nuestro país, desde los inicios de la conquista y
colonización hasta las primeras décadas del siglo XX. En el siglo XIX,
Argentina experimentará la llegada de un nuevo tipo de migrante vasco, motivado
por la crisis que soportan las regiones agrícolas debido a la eliminación del
régimen foral, la obligación de servir obligatoriamente en los ejércitos
nacionales, por motivaciones políticas, y que además pertenecen a las
comunidades asentadas a ambos lados de los Pirineos. Al respecto se habla de
tres momentos: el primero en las décadas 40-60 que se dirigieron a Entre Ríos y
a Buenos Aires, “el segundo en las décadas 60-80 asentándose en lo que hoy
denominamos pampa gringa (la zona clave del desarrollo argentino en aquella
época) y la tercera que llega hasta aproximadamente los inicios de la primera conflagración
mundial, etapa caracterizada por ser la de mayor afluencia.
RASTROS DE LA DEVOCIÓN DEARÁNZAZU EN LA ETAPA HISPANO
-CRIOLLA O COLONIAL
Aránzazu como devoción privada
Del período hispánico en Argentina hemos localizado alguna
documentación que nos muestra que ésta advocación formaba parte del universo
religioso de los vascos o sus descendientes, pero también llama la atención que
en buena parte de los trabajos a partir de testamentaría o numismática no
aparezcan mayores referencias. Así por ejemplo el caso de Santa Fe, fundada en
1573 por el vizcaíno Juan de Garay y trasladada en 1660 como Santa Fe de la
Vera Cruz a su actual emplazamiento no se encuentra -entre las 51 medallas con
motivos marianos halladas en las ruinas- ninguna referida a Aránzazu9. En el
último tercio del siglo XVII, época en que Santa Fe se convierte en nudo
comercial, se establecen en la misma una treintena de vascos (sobre una
población estimada en 270 vecinos), quienes se dedicarán fundamentalmente a la
actividad mercantil, ocupando los guipuzcoanos el tercer lugar10 y sin embargo
no hay un solo dato de algún tipo de devoción.
Podría argumentarse que la devoción a Nuestra Señora de
Aránzazu era reciente ya que la aparición data de 1469, pero según informa el
padre Luis de Viliasante ofm, ya para 1571 en la monumental obra de Esteban de
Garibay y Zamalioa sobre los reinos de España, se le dedica el capítulo 25 del
Libro XVII.
Ésta situación se repite -aunque con una excepción- durante
el siglo XVIII y comienzos del XIX. Los documentados trabajos de Nora Siegrist
de Gentile sobre la religiosidad de los vascos en Buenos Aires a partir de las
prescripciones testamentarias11 coinciden en líneas generales con lo que
sosteníamos respecto a Santa Fe, con alguna excepción, en cuanto al silencio
sobre ésta advocación. Circunstancias similares encontramos en Salta, Jujuy y
Córdoba, a lo que debemos añadir que en innumerables listados de mujeres de
origen vasco, Aránzazu no aparece como nombre12.
Sobre tres sacerdotes nacidos en Guipúzcoa en el siglo XVIII:
Pedro Ignacio Picasarri, Juan Bautista Goiburu y José Antonio Picasarri,
quienes desarrollaron su labor pastoral en Buenos Aires, sólo el último aparece
relacionado con Aránzazu ya que es el encargado de la compra de ornamentos y
útiles para la capilla fundada por Salvador Joaquín Ezpeleta entre los que se
cuenta una imagen en lienzo de la citada advocación13, mientras que de los otros
dos nada se dice y si se recuerda que el primero fue un ferviente promotor de
la difusión a San José14.
En el caso del Convento de San Carlos de los padres de
Propaganda Fide, sito en San Lorenzo (Provincia de Santa Fe) y en el cual desde
el siglo XVIII hasta la cuarta década del XIX actuaron religiosos de origen
vasco navarro (Fray Pedro García de Navarra, Juan Ignacio Aizpuru y Martín
Gorostidi de Aibistur en Guipúzcoa, fray Tomás Orio y fray Antonio Nieto de
Muniesa, entre otros), la búsqueda en inventarios de objetos sagrados y libros
de la biblioteca no arrojó ningún resultado positivo y a los actuales miembros
les causó extrañeza la sola mención de la advocación15.
Tales ausencias, consideramos que no son definitorias de la
extensión de la devoción, ya que si no sería inexplicable que en el templo de
los padres franciscanos de Buenos Aires haya existido un altar consagrado y que
anualmente se celebrase su fiesta como veremos más adelante.
Señalado esto, pasamos a analizar la documentación donde se explicita
la presencia de Nuestra Señora de Aránzazu en la vida de los vascos o sus
descendientes. El primer caso lo constituye Pedro Barbara Gaviola, quien al
testar en 1791, hace mención de “... una estampita de Nuestra Señora de
Aránzazu”16. El citado, quien además tenía una estampa de Nuestra Señora de
Begoña, era originario de Berriatúa e hijo de Andrés y María Josefa
Aurrecoechea y pertenecía -como tanto otros vascos- a la Venerable Orden
Tercera, de la que fue ministro en ése año17, por lo cual a su muerte -aunque
parece que vivía en Coronda- deseaba ser sepultado en el Convento de San
Francisco de Santa Fe amortajado con el hábito del seráfico Padre.
Analizando su legado testamentario, descubrimos las
características generales que Siegrist de Gentile señala para los miembros de
la venerable orden: sufragios acordes a su condición de hermano, novenario de
misas cantadas en Coronda, voto de ayuda para un altar para la Patrona de ése
lugar, la Inmaculada Concepción y contribuciones para exaltar su fiesta, dinero
para los pobres, ayuda a los religiosos de Santo Domingo, San Francisco y para
la fábrica de la iglesia del Convento de San Miguel de San Carlos de los
franciscanos de Propaganda Fide, libertad para su esclava, la negra Catalina
por el amor y lealtad con que le ha servido e invoca a la Virgen como abogada,
Madre de Nuestro señor Jesucristo, serenísima Reina de los Angeles, a San José
y al Ángel de la Guarda.
Un segundo caso es el de Juan de Gurruchaga, natural del
Anzuola, e hijo de José y María Ignacia Arizaga (o Aciaga), quién en el siglo
XVIII arribó a territorio argentino, entrando por el norte de la actual
República Argentina. En Salta, su hermano Pedro Antonio había establecido la
casa matriz de una red comercial que conectaba Cádiz con Santiago de Chile y
Lima, utilizando a Buenos Aires como lugar de desembarco, razón por la cual
había abierto allí una filial bajo la responsabilidad del tercero de los
Gurruchaga I, José, quien será ministro de la VOT y participará activamente de
la vida comercial y vecinal de la ciudad portuaria18. El citado Juan
participaba de las actividades comerciales de ésta empresa, de la VOT a la cual
había ingresado en Potosí, y al testar -al parecer soltero- legará en su testamento la suma de 200 pesos
para la celebración anual de la festividad de Nuestra Señora de Aránzazu que se
realizaba en Buenos Aires19.
No menos importante es Lázaro Elortondo, natural de
Guipúzcoa, casado con Mercedes Poroli y fallecido en 1865, el cual según señala
Nora Siegrist:
“...fue un gran devoto de la Virgen de Arantrazu”20, quien en
la cláusula 18 del testamento señala: “... mando y es mi voluntad donar de mis
bienes para la función que anualmente se celebra en la Iglesia de San Francisco
a Nuestra Señora de Aranzazu ocho mil pesos moneda corriente, y encargo a mis
albaceas los establezcan sobre bienes raíces o fondos públicos para que sus
réditos para siempre ayuden a la función, y as í lo ordeno para que se
cumpla”21.
En Salta, nos encontramos que Josefa Gertrudis de Echalar
poseía un cuadro grande y viejo de Nuestra Señora de Aránzazu, acompañado por
otro de las mismas características de San Ignacio de Loyola, valuados en cuatro
reales cada uno22. Como bien señalan Luisa Miller y María del Rey y del Moral,
los mismos constituían para su familia, un preciado vínculo con la tierra de
sus ancestros23 ya que la citada -nacida en Tarija- era hija de Juan Echalar y
Esain (natural de la villa de Esain en le Obispado de Pamplona) y Bartolina
Gabriela Morales Usaval (natural de Asiento de Lipez). Bartolina contrajo
matrimonio con el General Domingo de Isasi-Isasmendi, natural de Guipúzcoa24
con quien tuvo varios hijos, entre ellos Ángela, María, Josefa, Nicolás,
Severo, Anastasio, Félix, Ventura, Pedro, Vicente, Matías Domingo y Águeda Pía25.
También hay un segundo matrimonio con Felipe Posadas, alcalde de Salta, una de
cuyas hijas casará con Pedro de Ugarteche, hermano de José Ramón, residente en
Buenos Aires26, quien será ministro de la Venerable Obra Terciaria
Franciscana27.
Una mayor importancia debemos atribuir al navarro Martín de
Elordi, nacido hacia 1760, casado con Juana Maza, quien poseía una flotilla de
cierta envergadura para sus negocios y murió en Buenos Aires en 1842 28. Su
devoción por Nuestra Señora de Aránzazu queda de manifiesto en la nominación
que da una de sus naves -un bergantín o un sumaca-, y que integrará su compañía
de transporte entre los años 1804-1807, en que pasa a convertirse en navío de
guerra de la Real Armada española, con asiento en Montevideo29.
Pero los devotos que mayor huella marcarían serían un clérigo
y un laico casi contemporáneos, nacidos uno en tierra argentina y el otro en la
vasca Oyarzun, los cuales estarán en el origen de dos capillas que con el
tiempo devendrán parroquias y perduran hasta la actualidad.
Son ellos el Pbro. Manuel Saturnino de San Ginés (1768-1825)
y el comerciante Salvador Joaquín de Ezpeleta (1776-1846), el primero en San
Fernando (Provincia de Buenos Aires) y el segundo en Victoria (Provincia de
Entre Ríos), a quienes sus respectivas comunidades han reconocido como
fundadores de las mismas, y diversos investigadores han reseñado su
actuación30.
En cuanto a San Ginés, debemos señalar que había nacido en el
seno de la familia que conformaban Manuel Alfonso -natural de Galdames-, quien
se dedicaba a la actividad comercial y Francisca Javiera Rodríguez de Vida,
nacida en Buenos Aires, y perteneciente a una acomodada y religiosa familia.
Sus padres estuvieron ligados a la Venerable Orden Tercera siguiendo así una
tradición inaugurada por los predecesores de la rama materna teniendo como
referencia al templo de San Francisco (tanto en la vida cotidiana como en la
muerte)31, donde entre otras imágenes se veneraba la de Nuestra Señora de
Aránzazu.
Tocante a Ezpeleta, era hijo de Bautista y María Antonia
Mendiburu y tras la muerte de su madre se trasladó a Montevideo donde comenzó
su actividad comercial y contrajo enlace con Justa Rodríguez Saraví, quien le
dio siete hijos32. El centro de su actividad comercial fue La Bajada (actual Paraná)
pero sus propiedades y negocios se expandían en Montevideo, Rincón y Victoria,
el lugar que eligió para vivir cuando no era más que un paraje denominado La
Matanza, y a la par de la buena marcha de sus negocios se preocupó del fomento
de la educación popular, convirtiéndose el mismo en alumno de la escuela creada
en el Rincón de San José (hoy San José del Rincón) donde tenía una de sus
estancias. Su acendrada piedad estaba ligado a los franciscanos -y si bien no
tenemos referencia de su pertenencia a la VOT-, sabemos que donó la platería de
su difunta madre para la confección de candelabros destinados al altar de la
Virgen en el Templo del Convento de Santa Ana en Santa Fe, colaboró con fray
Francisco de Paula y Castañeda durante su estadía en Rincón y Paraná y los
padres del Convento de san Carlos en San Lorenzo y presumiblemente haya estado
emparentado con Martín de Ezpeleta que fue Ministro de la VOT santafesina en
1785 33.
La “Cofradía y altar” de Aránzazu en Buenos Aires
No escapa a nadie la importancia que han tenido las Cofradías
en la primero evangelización americana como ámbito de expresión del laicado,
por su relación con la liturgia, la piedad popular y las obras de caridad y
promoción humana34. Al respecto señala Troconiz de Veracoechea:
“En la época colonial, las cofradías cumplían funciones
religiosas y también sociales, pues además de ocuparse de las festividades del
santo patrono del cual eran devotos los cofrades que la componían, con la renta
de sus bienes se ayudaba a los miembros que estuvieran en mala situación
económica y, en otros casos, se crearon y sostuvieron escuelas, cumpliendo así
una labor social en la comunidad”35.
Esta consideración general se aplica en particular para la
Hermandad o Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu, afincada en diversas
ciudades de nuestro continente como Lima, México, Guadalajara, Zacatecas y
Santiago de Chile, lugares -entre otros- en los que no solo dio un marco de
integración para los vascos, sino que realzó la identidad de los mismos36, fue un
medio de presencia pública y en algunos casos con gran impacto sobre la
sociedad tal como se deduce de la serie de investigaciones que le han dedicado
algunos especialistas37.
En el caso de Argentina, la investigación sobre la
importancia de las Cofradías está en sus inicios, situación de la que no escapa
la que nos ocupa y de cuya existencia se han hecho eco algunos autores pero sin
avanzar demasiado38. Sabemos que la misma era una de las cinco cofradías que
existían en el convento de San Francisco de Buenos Aires y que congregaban a
diversos sectores sociales o étnicos39, que había sido fundada en torno a 1760 40.
y se extendió hasta 1850 41. También
sabemos que en 1838, se reunían los cofrades para recordar a los hermanos
difuntos participando de una Misa que se celebraba en la iglesia de San
Francisco42.
Sin embargo, creemos que se abren muchas perspectivas en
torno a la vida de la Cofradía, sus miembros y actividades ya que podemos
informar que en el Archivo Histórico de la Provincia Francisca de la Asunción
de la Santísima Virgen existen dos libros pertenecientes a la misma, que
ostenta los siguientes acápites:
*Libro 1
-Libro de acuerdos y elecciones de la Hermandad de Nuestra
Señora de Aranzazu que principió el año 1772.
-Cofradía de Nuestra Señora de Aranzazu /Acuerdos y
elecciones 1772 a 1839.
*Libro II
-Instrucción del origen de la veneración que anualmente se
tributa a la (?) imagen de Nuestra Señora de Aranzazu en este Convento Eran(?)
de la Observancia de Buenos Aires -1760-
-Los Hermanos que se han asentado desde la fundación de la
Hermandad de Nuestra Señora de Aranzazu-1760/1852.
-Inventario
-Cuentas43
Lo único que por ahora podemos aportar en torno a ésta
documentación es que en ella aparecen datos sobre los orígenes de la Hermandad
en el Convento de San Francisco de Buenos Aires y la presencia de la
“vizcaínos” en la misma. Es de hacer notar que dicha documentación se encuentra
en un estado bastante delicado ya que sus hojas están perforadas por anóbidos y
por ser la tinta suave, el riesgo que con el tiempo se vuelva ilegible.
Seguramente la Cofradía tenía una activa participación en la
organización de la fiesta en honor a ésta advocación, que sabemos por los
testamentos de Juan de Gurruchaga y Lázaro Elortondo, se realizaba
anualmente44.
Hay que señalar también que la Cofradía no contó con un lugar
de culto propio, como sucedió con sus pares de San Luis de Potosí construida en
el siglo XVIII, de ciudad de México consagrada en 1682 y posteriormente
reedificada y de Guadalajara de mediados del siglo XVIII, que comparte con la
primera el estilo churrigueresco o como la Venerable Tercera Orden en Buenos
Aires que se congregaba en la Capilla de San Roque, aneja al convento gran-de
de Nuestro Padre San Francisco, sino solamente un altar en el templo de dicho
convento. Ni Quesade que escribe hacia 1870, ni Andrés Millé que lo hace en el
siglo pasado traen referencia alguna al mismo, por lo cual solo nos quedan los
datos que aporta Argañaraz quien resalta su importancia y agrega que en el
mismo se encuentran las imágenes de San Ignacio y San Fermín, pero nada sobre
la Andra Mari que permanecía en el lugar al menos hasta entrado el siglo XX45.
Por otra parte nadie ha sabido darnos explicaciones si todavía
estaba en 1955, cuando el templo fue incendiado o ya había desaparecido antes,
pero lo cierto es que hoy día no ha quedado ningún rastro visible.
No tenemos noticias acerca de que la Cofradía se haya
asentado en otras ciudades importantes del país como Santa Fe, Córdoba, San
Miguel de Tucumán y Salta donde existían importantes comunidades franciscanas y
en las cuales la Venerable Tercera Orden tuvo bastante protagonismo46.
Nuestra Señora de Aránzazu como título de Parroquia
LA PARROQUIA NTRA. SRA. DE ARÁNZAZU EN SAN FERNANDO (BUENOS
AIRES)
Antes de abordar esta parte de la exposición, no está demás
recordar lo que ya señalábamos respecto a la marginalidad del Río de la Plata
hasta entrado el siglo XIX. En el plano eclesiástico se contaba a fines del siglo
XVIII con dos Obispados (Córdoba del Tucumán -1570 y Buenos Aires- 1620) y
recién en 1807 se erigirá un tercero, con sede en Salta.
En lo concerniente al Obispado de Buenos Aires, éste se
encuentra dentro de los que Dussel denominará “... sin suficiente estructura”47
debido a las bajas rentas, la dispersión de la población y la existencia de
naturales nómades e irreductibles y una jurisdicción que abarcaba las
provincias de Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes, la otra Banda del
Uruguay, los antiguos pueblos de las misiones jesuíticas y el sur del Brasil.
Entre 1803-1805, época en que el Obispo Lué y Riega ejecuta su Visita Pastoral,
en nuestro actual territorio se encontraban alrededor de 25 Parroquias, de las
cuales tres pertenecían a la jurisdicción de Santa Fe, 15 a Buenos Aires,
cuatro a Entre Ríos y cuatro a Corrientes y a las que debemos sumarle varias
capillas habilitadas para el culto de modo regular (entre ellas las de las
antiguas reducciones) y oratorios, tanto públicos como privados48.
La mayoría de éstas Parroquias -fuera de las situadas en
centros urbanos de cierta importancia- eran de gran extensión y a veces
pobladas de dificultades geográficas que hacían casi imposible a los fieles
asistir regularmente a cumplir con los preceptos eclesiásticos y a los Párrocos
con sus obligaciones de brindarles el “pasto espiritual” como entonces se
decía49. La lejanía de la sede parroquial facilitaba el surgimiento de
oratorios particulares en las estancias para atención de las familias propietarias,
sus sirvientes y dependientes o de oratorios públicos a instancias de un grupo
de vecinos que construían un lugar de culto y donaban terreno y obra a la Curia
episcopal paró que entrase a formar parte de al jurisdicción parroquial como
“ayuda de parroquia y a la que se le nombraba un sacerdote dependiente del
Párroco y un mayordomo para el centro cultural50. Tras su Visita Pastoral el
Obispo de Buenos Aires procederá a la erección de Parroquias en diversos puntos
de la Diócesis para una mejor atención de la feligresía, pero encontrará no
pocos obstáculos tanto en las autoridades civiles como en algunos clérigos51.
En éste contexto surgirán respectivamente la capilla de Punta
Gorda y el oratorio de La Matanza, la primera a instancias del Cura de la zona
que costeaba el delta del Paraná, deseoso de un mejor posicionamiento
geográfico para la sede de su curato y el segundo, para una atención más
particularizada de un grupo de vecinos distantes varias leguas de la iglesia
principal.
Tocante a la primera debemos señalar que en el año 1797, el
Pbro. Manuel de San Ginés fue destinado como Párroco del Curato del Puerto y
Partido de las Conchas (actual Tigre), erigido en el año 1780 por el Obispo
Sebastián de Malvar y Pinto tras su visita a la capilla del lugar que había
encontrado bastante descuidada pastoralmente52. A su llegado, San Ginés halló
un templo relativamente nuevo, bajo la advocación de la inmaculada Concepción53
y a la par, un complejo panorama pastoral ya que la población era racialmente
heterogénea -donde no faltan los vascos-, con graves problemas de moralidad y
bastante dispersión debido a que muchos se dedicaban a la explotación rural o
maderera, para lo cual en orden a su atención debió recorrer su jurisdicción
-al decir de Cordero- “... a pié, a caballo, en bote, hasta llegar a las
viviendas entre los arroyos, para transmitir la fe de su misión cristiana”. A
todo esto se le agregaban las periódicas crecidas del río, que en algunas
ocasiones hacían inhabitables el sitio y ponían en riesgo el futuro del
poblado.
Buen observador, el Párroco descubrió que dentro de su
jurisdicción algunos vecinos se asentaban en el paraje conocido como “Punta
Gorda”, zona elevada y con vista al río y para los primeros años 1800 ya había
establecido allí su casa como un do de alentar a los pobladores de Las Conchas
a trasladarse. Sin descuidar la atención de la sede parroquial se dio a la
tarea de edificar en el lugar e a partir de 1806 se denominaría San Fernando
Buena Vista54 una capilla, para lo cual contó con aprobación de la autoridad
eclesiástica y figuraba como anexa a la principal55.
La capilla desde sus inicios aparece bajo la advocación de
Aránzazu, lo que se explica por el ascendiente vasco del Párroco, el
propietario del solar sobre el que se alzó la obra llamado Martín de Sagastume
y un buen número de vecinos que detentaban ese origen como Ibarburu, Ibargurem,
Surieta, Asourrain, Arismendi, Echeverría, Altolaguirre, Goyechea y Larraube
entre otros56, que seguramente revistaban entre los más importantes bitantes.
Pero sin dudas, el mérito principal responde a Manuel de San Ginés, quien en
descargo a las precisiones solicitadas por Mons. Lué y Riega, señala que:
“la capilla que se ha labrado en la Punta ha sido a mi costa
y mención, y la he provisto de todo lo preciso para el culto, sin intervención
de las limosnas voluntarias de fieles, como consta de cuenta aprobada en
vuestra visita”57.
De ésta manera, Aránzazu y el Cura San Ginés estarán en el
origen de la localidad de San Fernando de Buena Vista, contando con el apoyo
del Obispo que la erigirá como sede parroquial con la obligación de atender a
los feligreses que permanecerán en Las Conchas y del Virrey Sobremonte que
participó de los actos de fundación58. No consideramos necesario extendernos en
el historial de ésta Parroquia tras la muerte de San Ginés, aunque si nos
parece pertinente señalar la perdurabilidad de la Titular a pesar de los
cambios acontecidos en las últimas décadas del siglo XIX, la presencia de
nuevas gentes y clero ignorante en muchos casos de la tradición histórica como
así también la celebración de las Fiestas Patronales -salvo un breve lapso en
que se realizaba en el mes de enero-el día 9 de setiembre como en Euskadi,
aunque ya no con las connotaciones propias de la religiosidad vasca.
LA PARROQUIA DE ARÁNZAZU EN VICTORIA (ENTRE RÍOS)
El segundo emprendimiento nace como consecuencia de la
orfandad que experimentaba un grupo de vecinos de diversos parajes (La Matanza,
Pajonal, Laguna de Chilcas, Manantiales y Seibas) que perteneciente a la
jurisdicción parroquial de La Bajada del Paraná, debían ocurrir a la capilla de
Nogoyá que había sido constituida en “ayuda de Parroquia” de Gualeguay y
distaba alrededor de 10 leguas59. En aquel vecindario donde nos encontramos con
apellidos como Berasategui, de Irisar, de Ariesteguy, Echepare, Zueldía,
Galarreta, Albarizqueta60, se destaca el comerciante Salvador Joaquín Ezpeleta,
quien activará la construcción de un lugar de culto.
En carta al Teniente de Gobernador de Santa Fe, Prudencio de
Castañaduy, de junio de 1809, manifiesta que:
“buscado con mi industria, y trabajo personal los arbitrios
más honestos, con que mantener las obligaciones de Padre de familia, que he
contraído en esta parte de América, me trasladé hace siete años la Paraje
nombrado La Matanza en el Partido del Paraná, como veinte y cinco leguas de la
Bajada río Abajo donde me establecí con casa habitación: Puestas en movimiento
aquellas gentes con el comercio que rápidamente se ha ido aumentando, y
creciendo el número de los que allí se poblaban, consideré luego por mi familia
la necesidad que teníamos de una iglesia, y a los menos de sacerdote efectivo
para gozar con oportunidad de los auxilios espirituales en vida y en muerte,
igor distar como diez leguas de la capilla de Nogoyá, que es la más inmediata”61.
La preocupación de Ezpeleta venía de varios años atrás y con
ocasión de la Visita Pastoral de Monseñor Lué y Riega en 1805 a la Capilla de
Nogoyá, había conseguido la autorización para construir capilla y la licencia
para edificar un oratorio interino, que costeará en buena parte de su propio
peculio y el resto con la ayuda de sus vecinos62. Acerca de esta construcción,
escribía el Padre Gregorio Spiazzi:
“siempre rancho, amplio y cómodo, con la parte del
presbiterio construida en adobe, y el resto del edificio, de estanteo, es decir
de barro mezclado con paja y armado sobre un encañado de varillas y horcones.
El techo, a dos aguas, de paja cosida con tientos, con cumbrera de troncos de
palma y tijera a tiranterfa, de caña tacuara. El piso de tierra apisonaga. Las
paredes del edificio estaban revocadas con cal y arena, y blanqueada”63
Evidentemente se trataba de una estructura precaria para los
deseos de esa feligresía que aspiraba a que en el sitio se constituyese una
“ayuda de parroquia”, tal como lo manifiestan en la representación que dan a
Ezpeleta y este delega en Juan B Joubert -residente en Buenos Aires- para que
lleve adelante las gestiones ante las autoridades virreinales64. Éstas verán
con agrado la petición, pero se encontrarán con la férrea resistencia del
Obispo dado lo provisorio de la construcción y probablemente por la congrua del
Cura65. Pero al hijo de Oyarzun nada lo arredra y con fecha 2 de diciembre de
1809, argumenta al diocesano:
Si la capacidad de la Capilla no pareciese a VS. Ilma. suficiente
para el caso de erigirse en ayuda de parroquia; si su techo le pareciésemos
decente sírvase VS Ilma. tener consideración a que esto es una obra
provisional, que hemos emprendido con el fin santo de empezar. Que la Iglesia
formal ha de tener más capacidad de lo que VS Ilma. podía esperar, que ha de
construirse sin excusar cuantos gastos sean necesarios para su mayor solidez y
duración. Y últimamente que su pronta conclusión pende en mucha parte a la
colocación del Oratorio Provisional, Pues como decía antes empezando aquel
vecindario a gustar las espirituales ventajas que van a proporcionarle, se
esforzará en sus limosnas y erogaciones para la obra, cuanto por el contrario
es muy de temer que se enfríe su celo si se niega el uso de le capilla
provisional, habiendo inutilizado y perdido el gasto que han emprendido
voluntariamente en el cristiano objeto que queda indicado66
Estos razonamientos y el acta compromiso firmada por los
vecinos en la cual se deja constancia de la donación del predio del oratorio a
la Curia de Buenos Aires y la responsabilidad de asegurar la renta anual para
el sacerdote que atendiese pastoralmente el lugar, y de los que Ezpeleta se
constituye en garante y único responsable67, más los informes favorables del
Cura Julián Segundo de Agüero, el consentimiento de las autoridades civiles y
su propio juicio en virtud de lo auscultado en la Visita Pastoral realizada a
la región, determinan que Mons. Benito Lué y Riega conceda el permiso y
licencia que solicitan los vecinos y encomienda al Párroco de la Bajada del
Paraná le visité y de encontrarlo en condiciones, le bendiga según las
prescripciones rituales para que de inmediato comience a funcionar68.
Así, el 13 de marzo, el Pbro. Antolín Gil Obligado se
apersona en el lugar y tras la Inspección encomendada procede a la bendición
del Oratorio de Nuestra Señora de Aránzazu, tal como se puede leer en la
primera página del Libro 1 de Bautismos, y que el mismo deja para iniciar los
registros de los nacidos a la vida nueva en Cristo69. La existencia de una
“Razón de la Limosna recogida en la Puerta de la Capilla de N. S. De Aranzazu a
veneficio de ella”, iniciada el 13 de mayo de ese año y que se extiende hasta
el 12 de octubre del año siguiente, y un registro de las “Entradas de las
Limosnas en poder de D. Salvador Joaquín de Ezpeleta echas pr. los Individuos
qe. avajos se expresan pa. edificar el Oratorio de La Matanza”70 reflejan los
esfuerzos del vecindarios por cumplimentar lo sostenido ante el prelado.
La construcción fundacional perduró por varios años, ya que
si bien en el año 1836 se autoriza la construcción de un nuevo templo y se
colocó la piedra fundamental71, diez años después seguía siendo una pobre
construcción72 aunque se efectúen algunas refacciones73. En 1858 se constituyó
una Comisión con el objeto de recaudar fondos para construir un Templo que
fuese digno de la Majestad y grandeza de la Divinidad”74, lo cual se va
concretar tras muchas dificultades en 1875 75.
En el plano canónico, el oratorio fue elevado a Vice
Parroquia en 1845 76 y se lo erigió en Parroquia en 1853 por disposición del
Delegado Eclesiástico José Leonardo Acevedo77, época en que también se renueva
el patrocinio de Nuestra Señora de Aránzazu78. Es de hacer notar, que a
diferencia de San Fernando, las fiestas patronales de Victoria se celebran el 8
de setiembre -Natividad de la Virgen-, probablemente porque esta advocación
mariana era muy sentida entre los inmigrantes que arribaron en el siglo XIX79.
Las Imágenes veneradas
Es de hacer notar por una parte que el patronazgo de Aránzazu
no encontró ninguna objeción ni en el Obispo Lué y Riega ni en las restantes
personas que intervienen en el proceso de autorización de éstos centros de
culto y por otra, que con los cambios producidos en la base poblacional o en el
ámbito devocional, éste no fue sustituido o reemplazado como sucedió con la
Parroquia del Cerro en Montevideo80.
Sin embargo, se ha perdido el rastro de las imágenes
fundadoras o han sido reemplazadas por otras no siempre fieles a la figura
original.
En el caso de San Fernando, ésta se ha perdido en la noche de
los tiempos ya que como señala Cordero, la que se tuvo como tal durante mucho
tiempo es obra de un ignoto imaginero local, más cercana a la de Luján y que se
encontraba en el nicho central del altar mayor hacia fines del siglo XIX81. Al
respecto señala el historiador sanfernandense Cordero:
“no creemos que la imagen que se conserva en la escuela N° 1,
Marcos Sastre, sea la de la primitiva capilla. En realidad, pensamos que no lo
es. No pudo ser, porque la que posiblemente recibió San Ginés de manos de
alguna de las familias vascas o de origen vasco, respondía a la original, que
conocían tan bien como el propio sacerdote la debió ver en la casa de sus
padres”82.
En el año 1902, con motivo de las refacciones que se llevaron
a cabo en el templo, doña Patrona Vázquez de Vela donó una imagen de Nuestra
Señora de Aránzazu de buen tamaño y que entronizó en el Altar Mayor, donde
permaneció hasta el año 1984 (Cordero y Manfredi, p. 203). En 1979 se entroniza
una imagen enviada desde el Santuario de Arantzazu ya que el Cura Párroco,
intuyendo que la imagen que se veneraba en el templo no respondía a la
original, solicitó primero información y luego la escultura que permanece hasta
1984 en que es sustraída, siendo inmediatamente reemplazada por otra, obra del
escultor Cesáreo Soulé.
También la imagen original de Victoria ha experimentado
vicisitudes ya que el lienzo para ser colocado en marco decente83 ha
desaparecido y treinta años después de la creación del oratorio, nos
encontramos con anotaciones que pueden referirse a una imagen de bulto: andas
de Nuestra Señora de palo, varios vestidos de la virgen, una corona de la
virgen de plata y potencias de plata en el niño de la Virgen84. Según la tradición,
Ezpeleta habría traído a desde España una imagen de bulto, pero no hay certeza
de que la venerada actualmente sea la misma85, la cual según nos informa María
del Carmen Curutchet es una figura española, de vestir, con un manto parecido
al de la Virgen de Luján, con dos ojales para sacar la mano derecha que
sostiene al mundo y la mano izquierda que sostiene al Niño Jesús86.
Para finalizar queremos señalar que no debe sorprendernos la
disposición de San Ginés y de Ezpeleta a la hora de aportar para los lugares de
culto, ya que ha sido una actitud bastante común de no pocos miembros de la
comunidad vasca en la época hispánica.
Así nos encontramos con José Ruiz de Arellano que aporta con
la Iglesia de la Merced de Buenos Aires y la capilla de San Antonio de Padua en
los pagos de Areco87, Juan de Léxica y Torrezuri con la Iglesia de Luján y la
del convento de los padres dominicos en Buenos Aires88, Francisco Ignacio de
Oliden, respecto a la Iglesia de San Román de Cierbano89 y Manuel de Gabiola
quien en 1757 obtiene permiso del Cabildo de Santa Fe para vender 1.000 vacunos
para el abono de maderas destinadas a la construcción de la iglesia del pago de
Coronda90.
UNA MIRADA SOBRE LA ARGENTINA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA
La llegada de inmigrantes de los más diversos orígenes
planteaba a las iglesias locales no pocos problemas ya que a la insuficiencia
de personal se sumaba la dificultad de la lengua y en algunos casos, una fuerte
propaganda anticlerical y anticristiana. A todo esto se añadía el hecho de que
la Jerarquía eclesiástica aspiraba a integrar a los inmigrantes a la sociedad
argentina nacionalizándonos, en tanto ellos pretendían conservar sus rasgos
culturales e incluso las prácticas religiosas de sus ancestros. En ésta
situación se encontraban especialmente los vascos, tan apegados a sus
costumbres, quienes por una parte se incorporarán a la vida parroquial
ordinaria y a la par contarán con ámbitos específicos para una atención
pastoral particularizada.
Además de los numerosos sacerdotes seculares provenientes de
las provincias vascas dispersos por todo el territorio argentino y a quienes
podían ocurrir lo vascos91, como así también de miembros de órdenes y
congregaciones religiosas92 que los atendían y entendían en euskera, al menos
en la Arquidiócesis de Buenos Aires hubo una acción pastoral organizada que
desde 1857 giraba en torno a la Iglesia de San Juan93. En 1907, con motivo de
la inquietud pontificia tocante a la solicitud eclesiástica por los inmigrantes
transmitidas a los Obispos por el Nuncio Aquiles Locatelli, uno de los items
está dedicado a los vascos, señalándose la dicha iglesia de San Juan como lugar
de encuentro, las celebraciones que allí se realizan destacándose la
predicación en vascuence, las obras caritativas y educativas promovidas y las
festividades más particulares: la de la Santa Cruz, el 3 de mayo, la de Nuestra
Señora de Begonia en la Capilla San Roque de la Venerable Tercera Orden
franciscana y una peregrinación a Luján, tras la misión anual94.
Corroborando lo que señala el precitado informe, tenemos
noticias de las Misiones predicadas en euskaro como por ejemplo la de 1904 a
cargo de sacerdotes de diversas congregaciones (Misioneros del Corazón de
Jesús, Benedictinos y Carmelitas) y de la que participaron vecinos de Barracas
al Sur, Lomas de Zamora, Beigrano y Flores95. Las noticias de años posteriores
(1907, 1910, 1911, 1912, 1927) resaltan la masividad de la concurrencia, su
acendrada piedad, los cánticos y predicación en la lengua natal por aquello de
“unusquisque lingua sua illos loquentes”96.
A ésta altura no escapa a nadie la falta de referencia a
Nuestra Señora de Aránzazu y paralelamente no deja de ser llamativo -que salvo
la ocasional mención de Nuestra Señora de Begoña- el aspecto mariano se
canaliza en las peregrinaciones al Santuario de Luján, lo cual pone de
manifiesto lo que oportunamente señalábamos para Guadalupe en Santa Fe: las
advocaciones regionales traídas por los inmigrantes no generaron ningún centro
importante de piedad mariana97. Al contrario de lo sucedido en Montevideo donde
los vascos asentados en la Villa del Cerro eligieron como protectora a la
patrona de Euskadi nominándose así a la Parroquia del lugar entre 1874-1903 y
1911-195798, el nombre de Aranzazu no aparece invocado en forma pública ni
tampoco los templos puestos bajo ésta advocación parecen haber sido motivo de
peregrinaciones o consideraciones especiales.
Difusión en el siglo XX
Como ya ha señalado Oscar Álvarez Gila en su trabajo sobre la
participación del clero vasco en la atención parroquial argentina, diversas
órdenes o congregaciones con asiento en las provincias vascas arribaron a
nuestro país impulsados por el espíritu misionero, difundiendo no poco de ellos
la veneración por la Virgen de Aránzazu desde las primeras décadas del siglo
pasado.
Así por ejemplo los franciscanos destinadas en la capilla de
al Santa Faz (hoy Parroquia) en Villa Industriales Lanús entre ellos el padre
Villacian (natural del Valdegobía) en la década del 6099 pero hoy, ya en manos
del clero secular, no quedan más recuerdos, como tampoco en la provincia
franciscana a la que se incorporó aquella comunidad. Otro caso lo constituyen
los Canónigos Lateranenses, pero aquí también parece haberse perdido la
tradición ya que el padre Juan Garay (natural de Oñate) y destinado en Rosario,
responde: “No tengo noticias que los citados padres hayan difundido la devoción
de la citada Virgen de Aránzazu”100. Sin embargo, a dicha Congregación
pertenecía el guipuzcoano de Azpeitía Iñaki de Beobide, nacido en 1904 y
fallecido en 1979, quien trabajó durante varias décadas en Argentina destinado
a las diversas obras (Colegio Belgrano en Salta y Parroquia del Valle en Capital
Federal). Mikel Ezkerro testimonia haberles escuchado que había rezado Misas
por la festividad de Aránzazu y predicado sobre dicha advocación101.
Más importante aún es la pertenencia a dicha comunidad
religiosa del padre Francisco Madina, nacido en Oñate en 1907 y fallecido en su
caserío natal en 1972, tras muchos años de labor evangelizadora y cultura en
Argentina y Estados Unidos. Autor de numerosas composiciones musicales, se
destaca su poema sinfónico Aránzazu y que durante muchos años fuera ejecutado
por el Coro Lagun Onak fundado en 1939 por sacerdotes lateranenses, ignorando
si aún continúa formando parte del repertorio del grupo coral, ya que no
obtuvimos respuesta en la consulta realizada.
También se cita al conocido padre Iñaki de Azpiazu entre los
promotores de la devoción a Nuestra Señora de Aránzazu, quien entre otras
actividades estuvo presente en el acto de recepción de las imágenes enviadas
desde el Santuario en agosto de 1979 a la Parroquia de San Fernando donde leyó
el mensaje enviado por el entonces Obispo de San Sebastián, Monseñor José María
Setién y pronunció una alocución antes del ingreso de las imágenes al
templo102.
Una cofradía bajo su advocación
En el año 1945, el padre José Cherat, Cura de la Parroquia de
Victoria (Entre Ríos), se dirigía al entonces Arzobispo de Paraná, Mons.
Zenobio GuiIland, solicitándole autorización para fundar una Congregación bajo
el patrocinio de Nuestra Señora de Aránzazu cuyo fin principal sería el de:
“promover más eficazmente la devoción a la Virgen bajo ésta
advocación, desde el momento que bajo el patrocinio de la Virgen de Aránzazu
han colocado a éste pueblo quienes lo fundaron”103
Solicitado el reglamento desde la Curia Paranaense, éste es
aprobado en agosto de 1947104, resaltando en el mismo los siguientes puntos
relacionados con la advocación:
* Dar culto a la Santísima Virgen, atrayendo especialmente la
atención de los fieles hacia la Virgen Patrona y fundadora del lugar,
* Cuidar del decoro de la Casa de Dios, en especial del Altar
de la Patrona,
* La Asamblea de renovación de autoridades se realizará en al
mes de setiembre después de las fiestas patronales105.
En 1947 se editan los Estatutos, en los cuales se agrega:
* El Director pondrá el mayor empeño en acrecentar la
devoción a la Santísima Virgen Patrona del Pueblo, estimulando a los socios al
cumplimiento de sus deberes espirituales,
* Se recibirán nuevos socios cada año en la novena y fiesta
patronal,
* El distintivo o insignia de la Congregación será la medalla
de la Virgen de Aranzazu que recibirá cada socio de manos del Director, previa
bendición,
* La Comisión Central designará una Comisión de Camareras que
cuidará del ornato exterior del Altar de la Patrona y de su imagen y lo preparará
especialmente para la Misa de los Domingos y Fiestas, especialmente los
primeros domingos y Fiestas Patronales,
* Las socias deberán asistir con sus distintivos a las
Fiestas patronales, las que deberán celebrarse con la mayor de las solemnidades,
* Rito de bendición e imposición de la medalla de la Virgen
de Aránzazu.
El 8 de setiembre de 1948 se procede a su institución
canónica, ocasión en la que se distribuye una estampita con un canto a la
Virgen Potrona106. Hacia el año 1956, la Cofradía o Congregación como se la
denomina indistintamente, contaba con más de 700 asociados y como señala el
Cura Párroco, ocupaba un puesto privilegiado entre las demás instituciones por
la eficaz cooperación que prestaba al cuidado y sostenimiento del lugar sagrado107.
Aránzazu en la toponimia y nomenclatura urbana argentina
Hacia el año 1968 se crea un Club de Campo sobre la base de
60 hectáreas que estaban situadas en Tortuguitas Norte, jurisdicción de Garín
en la provincia de Buenos Aires, más precisamente en el Km. 34,5 del ramal
Pilar. Dado que la mayoría de los primeros compradores eran vecinos de San Fernando,
cuya patrona como hemos visto, es Nuestra Señora de Aránzazu, se decidió
denominarle Country Aránzazu. En la actualidad hay construidas en el lugar
alrededor de 300 viviendas y residen en el predio de modo permanente unas 170
familias, con lo cual Aránzazu ha pasado a formar parte de la toponimia, y como
consecuencia de esto, una de las calles que limitan el Club también lleva el nombre
de la patrona de los guipuzcoanos. En el ingreso del club, más precisamente en
la Administración se ha colocado una mayólica con la imagen de la Virgen108.
En cuanto a la nomenclatura urbana, la denominación aparece
en la jurisdicción de Garín como ya hemos señalado y en San Fernando en virtud
de la ordenanza N° 7540/01 del 20 de abril de 2001, en la que se le impone a la
calle ubicad dentro de la Unidad residencial San Fernando, Circunscripción
VIII, Sección rural, parcela 77ª 109.
Aránzazu en Luján
El Santuario nacional, centro de la espiritualidad mariana en
Argentina y que tantas veces había recibido las peregrinaciones de vascos que
llegaban para honrar a la Madre de Dios en la pequeña imagen que había querido
quedarse allí para siempre cuando era trasladada hacia el norte del entonces
Virreynato, en julio del 2000 -en el marco del año jubilar, convocado por el
Papa Juan Pablo II- recibía ahora la imagen de la Andra Mari.
La iniciativa fue de una familia de la ciudad de La Plata,
cuya hija llamada Aránzazu había fallecido, la cual solicitó a un viajero a
Euskadi que trajese una imagen para entronizarla en la Basílica lujanense110.
El día elegido fue el 4 de junio, partiendo la procesión desde la localidad de
San Fernando y de la cual participaban feligreses de esa comunidad y miembros
de diversas asociaciones de vascos como Euskaldunak Denak Bat de Arrecifes y
Euzko Etxea de La Plata111. Con éste motivo se editó una hermosa cartilla con
la foto de la imagen, las banderas argentinas y vasca, una breve semblanza y
una oración en la que se pide su protección, en tanto la publicación Hogartik
de La Plata le dedicó algunas líneas.
Es interesante destacar que con ésta entronización se
pretende resaltar la unión fraternal entre ambos pueblos, simbolizado en la
imagen de factura vasca y el origen correntino del espino sobre el que se
apoya. Fue también una ocasión para que algunos descendientes de vascos
renovaran la devoción de sus mayores y para que otros la conociesen como es el
caso de los platenses quienes manifiestan que éste es el único contacto tenido
con la Virgen de Aránzazu.
A MODO DE CONCLUSIÓN Y SUGERENCIA
Tal vez la primera impresión que deja nuestra ponencia sea el
hecho de grandes silencios en torno a la devoción, en ámbitos o lugares en los
que ésta sería connatural. Lo cual, como ya señalamos no significa que no haya
mayor información, convirtiéndose tal situación en una acicate a seguir profundizando.
Precisamente el hecho que paralelamente hayamos hallado datos
disper-sos, a nuestro juicio indican que solamente hemos levantado algunas
baldosas y que será necesario por una parte apelar a la memoria histórica de
las colectividades dispersas por Argentina, tarea en la que hemos fracasado por
la falta de respuesta a nuestro cuestionario de investigación salvo contadas
excepciones y por la otra acceder a la documentación que poseen los padres
franciscanos del Convento Grande de Buenos Aires para su puesta en valor.
Consideramos que ha habido, fundamentalmente entre los vascos de la etapa
hispano criolla, una arraigada devoción a Nuestra Señora de Aránzazu que fue
capaz –al menos en Buenos Aires– de institucionalizarse. La falta de un mayor
desarrollo público quizás tenga que ver con las características de región
marginal de nuestro territorio –si bien entre los vascos no faltaron personas
pudientes– o con el crecimiento, arraigo y prestigio de la Venerable Orden
Tercera Franciscana donde éstos tuvieron fuerte protagonismo como ya ha sido
demostrado en los valiosos trabajos de Nora Siegrist, y no solo en Buenos Aires
sino también en las principales ciudades del interior.
Es destacar por otra parte, que la permanencia de Aránzazu en
Argentina ha sido fruto del sentimiento particular a través de los lugares de
culto impulsados por dos devotos de la misma como fueron el Pbro. San Ginés y
el comerciante Ezpeleta, en tanto los institucionales (cofradía y altar) desaparecieron.
En las últimas décadas se observa cierta revalorización de la misma que ha
tenido que ver con una situación que toca a diversas colectividades: el retorno
a los orígenes, que si bien entre los vascos es menor ya la conservación de la
tradición ha sido más fuerte entre ellos, vale en lo que respecta al
redescubrimiento de Aránzazu.
En el orden al futuro, consideramos de suma importancia que
en los varios estudios que se han realizado sobre los vascos en Argentina no se
descuide el religioso, y en ese marco lo referente a nuestra advocación, ya que
es uno de los elementos constituyentes de su identidad.
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Buenos Aires: SENOC, 1990, p.78.
7 A guisa de ejemplo, lo que sucede con Martín de Alzaga,
natural de Ibarra, llegado en 1767 a Buenos Aires, dependiente del mayorista
alavés Gaspar de Santa Coloma durante una década y luego próspero comerciante
él mismo, desposado con María Magdalena de Carrera e Inda, miembro en 1783 de
la Cofradía de Hijosdalgos del Valle de Ammayona en España yen 1791 de la
Venerable Tercera Orden Franciscana de Buenos Aires, quien operaba con diversos
puertos de América y países europeos y su vasta red en nuestro territorio tenía
representantes en Asunción del Paraguay (Agustín Trigo), Montevideo (Zacarías
Pereyre y Francisco Juanicó), Santa Fe (Agustín de lriondo), Tucumán (Francisco
de Gondra) y Las Conchas (José de Goyechea), Potosí (Joaquín de Castro), entre
otras, fue además defensor de pobres y Alcalde de 1° voto. Cfr. Bemardo LOZIER
ALMAZAN, “Martín de Álzaga. Historia de una trágica ambición”. Buenos Aires:
Ediciones Ciudad Argentina, p. 14-15, 21, 24, 26, 35, 103 y ss.
8 Cfr. Susan Midgen SOCOLOW, Los mercaderes del Buenos Aires Virreinal:
Familia y Comercio, Desarrollo Económico n° 70, jul/set 1970, p. 205-215.
9 Agustín ZAPATA GOLLÁN, La devoción mariana en Santa Fe la
Vieja. Rosario, Res Gesta 8, jul.-dic. 1980, pp. 58-60.
10 Cf. AA.VV. Los Vascos en América. Investigación sobre
asentamientos vascos en el territorio argentino. Siglos XVI aXIX, Tm. II,
Fundación Vasco Argentina Juan de Garay, p.13 y ss.
11 Cfr. Disposiciones religiosas en testamentos de españoles
y sus descendientes en Buenos Aires. La filiación y su vinculación “cercana”
como terciarios de la orden de San Francisco: 1730-1870, en Archivum XVIII.
Buenos Aires, año 1998, pp. 334 y Españoles en la ciudad de Buenos Aires y su
actuación social religiosa convocante con criollos y extranjeros en Ion siglos
XVIII y XIX, en Néstor T. AUZA (recopilador). Iglesia e Inmigración en la
Argentina IV, CEMLA. Buenos Aires, año 2000, pp. 31-52.
12 El padre Herminio Gaitán ofm, al hablar de las cofradías
asentadas en los conventos franciscanos en el siglo XVIII sólo se refiere a la de
San Benito de Palermo para los negros y la de la Inmaculada que agrupaba a
españoles y criollos. Cfr. La orden franciscana en Argentina, en Francisco
MORALES, (Coordinador y Editor), Franciscanos en América. Quinientos años de
presencla evangelizadora, Conf. Franciscana de Santa Maria de Guadalupe,
México,1993, pp. 420.
13 Cfr. AGN. Expediente 1446, Legajo 50 Tribunales.
14 Francisco AVELLA CHAFFER, Diccionario Biográfico del clero
secular de Buenos Aires, tomo I. Buenos Aires: año 1983, p. 147-148, 237-238 y
285-286.
15 Cfr. ACSC. Legajo Inventarios y entrevista con fray José
C. Magnago. La extrañeza puede deberse al que desde 1860 los frailes españoles
fueron reemplazados por italianos y muchas de las vocaciones provienen de las
colonias “gringas”.
16 Museo Etnog
ráfico de Santa Fe. Testamento de Don Pedro Bárbara Gaviola, Expedientes
Civiles, tomo 19, confeccionada en seda, más bien pequeña y justipreciada en 2
reales.
17 Enrique UDAONDO, Crónica Histórica de la Venerable Orden
Tercera de San Francisco en la República Argentina.Buenos Aires, 1920.
18 Cfr. Luisa MILLER ASTRADA, Salta Hispánica. Buenos Aires:
Ediciones Ciudad Argentina, 1997, p.144-148.
19 Ibídem nota 11.
20 Cfr. Archivum 29.
21 Cfr. AGN. LEG. Nº
5599, Sucesión de Lázaro de Elortondo y Mercedes Poroli de Elortondo.
22 Archivo Histórico de Salta, Caja Expedientes Judiciales,
Testamentaria de Josefa Gertrudis Echalar, Exp. 2, año 1805.
23 Cfr. Salta, en Daisy RIPODAZ ARDANAZ, (Dirección y Estudio
preliminar). Imaginería y piedad privada en el Interior del virreinato
rioplatense, Buenos Aires, PHRISCO - CONICET, 1996, pp. 240.
24 Cfr. Jorge ZENARRUZA, Investigación sobre asentamientos
vascos en el territorio argentino -siglo XVI a XIX. Tomo I. Provincia de Jujuy,
Buenos Aires, 1991, pp. 563-564.
25 Ibídem nota 22.
26 Ibídem nota anterior.
27 Información suministrada por Nora SIEGRIST de GENTILE, 29
de agosto de 2001.
28 Cfr. Fundación Vasca, “Los Vascos en Buenos Aires”, pp.
79.
29 Cfr. “Apuntes sobre los buques de la Armada Argentina”, p.
151.
30 Cfr. (14); Héctor CORDERO. Manuel de San Ginés. 1768-1825.
Buenos Aires: Editorial Delta, año 1968, La educaciónen San Fernando. Buenos
Aires: Editorial Delta 1963 y La Iglesia de San Fernando. San Fernando: 1987;
Darío LUCIANO. 1802-1887. Cronicón sobre los orígenes de la ciudad de San
Femando. Con un apéndice complementario. San Fernando, 1989; Nora SIEGRIST DE
GENTILE. Filiación religiosa de la familia de los San Ginés-Rodríguez de Vida
con la Orden Tercera de San Francisco. Algunos aspectos de los ascendientes de
Manuel Saturnino de San Ginés, primer cura de San Fernando, en Boleün del
Instituto de Estudios Históricos de San Fernando de Buena Vista, n° 6. Bs. As.,
1997, pp. 51-67; Nora SIEGRIST DE GENTILE, y Oscar ALVAREZ GILA, “Don Manuel
Alfonso de San Ginés (1731-1785). Su ascendencia paterna y materna en Vizcaya y
su nombre en Buenos Aires”, en Genealogía n° 30, Buenos Aires, año 1999, pp.
229.249; Alberto MASRAMÓN. “SalvadorJoaquín de Ezpeleta”. Editorial de Entre
Ríos, 1996; César PÉREZ COLMAN. Historia de Entre Ríos (1520-1810), Tomo II,
Parené, 1936; C. ANADÓN y M. Del C. MURATURE DE BADARACCO. Historia de La
Matanza - Victoria, Córdoba 1985.
31 Nora SIEGRIST DE GENTILE. Filiación religlosa de la
familia de los San Ginés-Rodríguez de Vida con la Orden Tercera de San
Francisco.
32 Cfr. Alberto MASRAMÓN, Salvador Joaquín de Ezpeleta.
Editorial de Entre Ríos, 1996.
33 (17), p. 252; (32)
34 Cfr. E. de ARMAS MEDINA, Cristianización del Perú
(1582-1600). España, 1953, p. 29.
35 E. TRONCONIZ DE VERACOECHEA, Las obres pías enla iglesia
colonial venezolana. Caracas, 1971, p. 21.
36 Paco IGARTUA, en América y las euskaletxeak, afirma: “Esta
diferenciación que afirma la Identidad vasca, da vida en 1612 a la primera
Euskaletxea americana. El hecho ocurrió en el convento de San Francisco, en
Lima, Perú, y muy pronto es calcado en ciudad de México. A fines del siglo, esa
reafirmación de identidad de los vascos afincados en América se había extendido
por todo el continente, siempre como cofradía de “Nuestra Señora de Aranzazu”,
en Euskonew & Media 72 zbk (2000/3/2431).
37 Cfr. E. LUQUE ALCAIDE, La Cofradía de la Virgen de
Aranzazu de Guadalajara; Amaya GARRITZ, Colegio de las vizcaínas en México; G.
LHOMANN VILLENA La hermandad de Aranzazu en Lima.
38 Cfr. Abraham ARGAÑARAZ, Crónica del Convento Grande de
N.P. San Francisco de Buenos Aires. Bs. As, Imprenta Coni, 1889, p. 28: José
María MARILUZ URQUIJO, “La Real sociedad bascongada y América”, en 111
Seminario de Historiade la Real SociedadBascongada de las Amigos del País, San
Sebastián, Fundación Banco Bilbao - Vizcaya, 1992, p. 286. y Nora SIEGRIST DE
GENTILE.
39 ARGAÑARAZ, señala en la p. 28 de su opúsculo: 1) de la
Purísima Concepción, desde 1602 cuyos cofrades eran “... personas de clase y
altos empleados del Gobierno peninsular”, 2) de Santa rosa de Viterbo,
compuesta de pardos, 3) de San Benito de Palermo, desde 1769-70, compuesta por
esclavos negros y sus descendientes, incluso libres, 4) de San Francisco
Solano, compuesta principalmente de indios y 5) de Nuestra Señora de Aranzazu,
compuesta de españoes vascongados.
40 Cfr. Informe de Eduardo BIERZYCHUDEK. Tal noticia no deja
de ser un aliciente ya que oficialmente no se conserva documentación a causa de
los incendios de 1955. Cfr. Fundación Tavera “Guía Preliminar de fuentes
documentales etnográficas para el estudio de los pueblos indígenas de
Iberoamérica”.
41 Cfr. (39), pg.
42 Cfr. La Gaceta Mercantil, 10 de noviembre 1838, n° 4, 619,
p. 1, col. 2.
43 Informe de Eduardo BIERZYCHUDEK.
44 Cfr. SIEGRIST y Archivo General de la Nación.
45 (38) ARGAÑARAZ, p. 23.
46 Cfr. (17).
47 Cfr. Enrique DUSSEL, Historia General de la Iglesia en
América Latina. Tomo III. CEHILA, edic. Sígueme, España, 1983.
48 Cfr. Nuestro trabajo “Documentos inéditos de la Santa
Visita Pastoral del Obispado del Río de la Plata 1803-1805”, UCSF, 1992, p. 5-10.
49 En el Acta compromiso que firman los vecinos el 6 de
febrero de 1810 leemos “...habiendo entablado ante el Señor Obispo de la
Diócesis la solicitud de la erección de un oratorio público, para gozar y
disfrutar en el espacio del año del beneficio del sacrificio de al Misa, ya que
carecían de los demás auxilios del pasto espiritual..: AGN, Lag. 1446
(subrayado nuestro).
50 BRUNO, Tomo VII, p. 63 y ss.
51 Cfr. Enrique UDAONDO, Reseña histórica, del partido de Las
Conchas. La Plata, 1942, p.15.
52 Cfr. Héctor CORDERO, Manuel de San Ginés 1768-1825, p. 67.
53 Alberto MANFREDI (h), Nuestra señora de Aranzazu. La
Iglesia histórica de San Fernando. Inst. de Estudios Hist. de San Fernando de
Bella Vista, 1999, p. 22.
54 (51), p.28.
55 Cfr. APTigre. Auto Visita Pastoral, 1803.
56 Héctor CORDERO, La Iglesia de San Fernando, p. 1415.
57 (52), p. 79.
58 (17) p. 28.
59 (13), Rs. 6-7.
60 (60).
61 (61).
62 Cfr. Diario Visita Pastoral, (61).
63 Gregorio SPIAZZI, Como era el oratorio de la Matanza,
Victoria (Entre Ríos), Crisol, 27 de agosto de 1954.
64 (60), nota del 17 de octubre de 1808.
65 (60), nota del 31 de octubre de 1808.
66 (60), nota 2 de diciembre de 1809.
67 (60), nota 8 de febrero de 1810.
68 (60), nota 17 de mayo de 1810.
69 APV. Libro Bautismos 1.
70 AOG. Legajo Victoria.
71 Carlos SFORZA, Victoria: Historia de su templo, Victoria,
1875, p. 18 y ss.
72 Cfr. DPV, Libro Inventario.
73 (72).
74 (69) Doc. Oficiales, n° 40.
75 (72) p. 44.
76 Libro 2 B, folio 370.
77 Cfr. Libro IV B.
78 Cfr. APV. Nota del Cngo. Leonardo Acebedo del 23 de junio
de 1853 en que comunica que Su Santidad Pío IX por bula del 5 de noviembre de
1851. La designado como Patrona de la localidad a Nuestra Señora de Arántzazu.
79 Por ejemplo Cayastá, Nuevo Torino, Esteban Ramos, Aurella,
Esperanza, Emilla, Tacurales, Ñanducita, Clucellas, Fidela, Estación Irigoyen,
Saito Grande en Santa Fe y Villa Elisa en Entre Ríos.
80 Cfr. Carlos ZUBILLAGA, Religiosidad e inmigración española
en Uruguay, Anuario IEHS, 12, Tandil, p.
200 y ss. Cfr. Carta Pastoral de Mons. Antonio Barbieri del 18 de agosto de
1957, en Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de Montevideo y de la
Diócesis sufraganias de Salto, Florida, Melo y San José, n° 460, enero 1957,
pp. 442-448.
81 CORDERO Y MANFREDI, p.153.
82 (56) p.16.
83 (60).
84 Cfr. APV Inventarios.
85 Cfr. Gregorio SPIAZZI, La Patrona de Victoria, Victoria,
Crisol, 19 de agosto de 1954.
86 Cfr. Informe de Marra del C. CURUTCHET al autor, abril de
2001.
87 Cfr. Nora SIEGRIST de GENTILE, CEMLA IV, p. 40.
88 (87), pp. 42-43.
89 Cfr. Oliden en Bubers’s Basque Page.
90 AGPSF. Actas Capitulares, Tomo XIII, fl 42-43.
91 Cfr. En nuestro trabajo “El clero secular español y su
actuación en Santa Fe (1856-1930)”, en Néstor AUZA, -recopilador- “Iglesia e
inmigración en la Argentina III”, CEMLA, Bs. As., 1997, p. 71-100, ofrecemos un
listado de clérigos de ese origen).
92 Cfr. Oscar ÁLVAREZ GILA, La participación del clero
europeo en la atención parroquial en la Argentina (1835-1960).
93 Cfr. Nota del Capellán de San Juan sobre los vascos
franceses del 22 de agosto de 1907 al
Prosecretario del Arzobispado, en REABA año 190, p. 745-746.
94 Pedro Santos MARTÍNEZ, Religión e Inmigración en 1907. Un
informe del de Buenos Aires, Archivum XVI. Bs. As., 1994, p. 127-132.
95 Cfr. Informe de la Misión en idioma vascuence, 29 de junio
de 1904, REABA año 1904 p. 695.
96 (95), 29 de noviembre de 1907, REABA año 1907, pp.
990-991.
97 (3), Guadalupe: centro de irradiación espiritual y lugar
de encuentro social del pueblo santafesino, Santa Fe, 2000, inédito.
98 (80).
99 Cfr. Informe de Mikel EZKERRO, abril 2001.
100 E-mail del P. Juan GARAY al autor, 15/5/2001.
101 (99).
102 Cfr. La Voz de Aranzazu 4 y 5, 1979.
103 AOG, Legajo Victoria. Nota del P. Cherat osb al
Arzobispo, 25/9/1945.
104 Cfr. AAP. Libro IV Registro de Decretos, p. 403.
105 (103) Estatuto de la Cofradra de N. S. de Aranzazu, 1947.
106 Cfr. APV. Estampa recordatoria.
107 (103). Nota del P. Juan SCHINO al Arzobispo de Paraná, 6
de marzo de 1956.
108 Cfr. Informes de Silvia Palmieri y Waiman Producciones y
Administración Country del 31/8/2001.
109 Cfr. Archivo Concejo Deliberante San Fernando, Expte. Nº
5054/99.
110 Informe de D. Irigoyen al autor, 27 de abril de 2001.
111 Cfr. Informes al autor del 27 y 24 de abril,
respectivamente.